Todo ser humano saludable tiene la capacidad de sentir ansiedad o temor. La ansiedad en proporciones normales tiene el efecto de motivarnos y hacernos funcionar ante diversas circunstancias. Por ejemplo, la ansiedad puede motivarnos a alejarnos de un precipicio que pudiera provocar una caída que nos haga perder la vida. De un modo similar, una cierta dosis apropiada de ansiedad puede motivarnos a tomar acción para completar una tarea que tiene un tiempo límite. En estos dos ejemplos vemos cómo esa sensación que llamamos “ansiedad”, dentro de unos límites o parámetros normales, nos permite ser personas funcionales.
No obstante, la ansiedad desproporcionada puede ser altamente limitante. Una sensación exacerbada de ansiedad puede incluso causar que nos “congelemos” y no podamos actuar ante una situación que lo requiere urgentemente o producirnos un malestar tan severo que sea incapacitante. Cuando los niveles de ansiedad interfieren con nuestro funcionamiento, entonces podemos decir que experimentamos un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad pueden tomar muchas formas. es decir, hay muchos trastornos que pertenecen a la categoría denominada ansiedad. Estos son:
Cercano a los trastornos de ansiedad se encuentran los trastornos obsesivo compulsivo y sus relacionados, así como los trastornos relacionado a trauma o estresores. Éstos no recaen en la categoría de Trastornos de Ansiedad, pero están muy relacionados a ellos.
Los trastornos de ansiedad más comunes son el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno de pánico. Las personas con trastorno de ansiedad generalizada se preocupan extremadamente o se sienten muy nerviosas por muchas cosas en general, incluso cuando hay poca o ninguna razón para preocuparse. Para las personas con el trastorno de ansiedad generalizada no es fácil controlar su ansiedad y mantenerse concentradas en las actividades diarias (NIH 2017).
Los ataques de pánico son diferentes a la ansiedad generalizada. Según el Instituto Nacional de la Salud, los ataques de pánico se caracterizan por temor a los desastres o miedo a perder el control, incluso cuando no hay un peligro real. También se puede tener una fuerte reacción física durante un ataque de pánico. Es posible que uno se sienta como si se va a tener un ataque al corazón. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento. Muchas personas con trastorno de pánico se preocupan y temen la posibilidad de tener otro ataque.
Ambas son condiciones que pueden tratarse de manera muy efectiva para mejorar la calidad de vida de quien la padece. Para ello es importante buscar la ayuda de un profesional de salud mental que le asista a identificar los orígenes de la condición y le capacite para manejar tanto los síntomas como sus causas.
Si usted ha experimentado síntomas asociados a esta condición, le recomiendo buscar ayuda profesional con un proveedor de servicios de salud mental altamente capacitado en trastornos de ansiedad.